Un
sabio de la antigüedad era famoso por tener respuesta para todas las
preguntas. Un día un adolescente, conversando con un amigo, dijo: “Creo
que sé cómo engañar al sabio. Voy a llevarle un pájaro en la mano y le
preguntaré si está vivo o muerto. Si dice que está vivo, lo apretaré, y
una vez muerto lo dejaré caer al suelo; si dice que está muerto, abriré
la mano y lo dejaré volar”.
Llegó hasta el sabio y le hizo la pregunta: “Sabio, el pájaro que tengo en la mano, ¿está vivo o muerto?”.
El sabio miró al joven y le dijo:
Muchacho, la respuesta está en tus manos…
Es muy cierto la respuesta está en nuestras manos unidas para saber que todo los que nos sucede es nuestra responsabilidad; cada uno es dueño de lo bueno y lo malo; de los fracasos y éxitos, de las tristezas y de las alegrías, de lo injusto y de los justos de tu vida. Eres responsable ahora, lo fuiste antes y lo serás siempre. Eres responsable de tu vida y de tus elecciones. Hasta nuestro próximo encuentro de aprendizaje reflexivo, un gran abrazo.
Llegó hasta el sabio y le hizo la pregunta: “Sabio, el pájaro que tengo en la mano, ¿está vivo o muerto?”.
El sabio miró al joven y le dijo:
Muchacho, la respuesta está en tus manos…
Es muy cierto la respuesta está en nuestras manos unidas para saber que todo los que nos sucede es nuestra responsabilidad; cada uno es dueño de lo bueno y lo malo; de los fracasos y éxitos, de las tristezas y de las alegrías, de lo injusto y de los justos de tu vida. Eres responsable ahora, lo fuiste antes y lo serás siempre. Eres responsable de tu vida y de tus elecciones. Hasta nuestro próximo encuentro de aprendizaje reflexivo, un gran abrazo.
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