El embarazo adolescente se previene, no se cura. A partir desde esa
premisa los padres pueden ayudar a sus hijos a transitar por una
sexualidad responsable, las conversaciones respecto a la importancia del
correcto uso de métodos de protección (no sólo por el embarazo sino
también por las ETS) y abrir los espacios para las dudas adolescentes
puede hacer la diferencia en la vida de los hijos.
Es común
escuchar en charlas con adolescentes que ellos sienten “vergüenza” al
hablar de sexualidad con sus padres. Esta incomodidad basada en la
sensación de que serán reprendidos por su curiosidad sexual los aparta
de los consejos paternos, dejándolos a merced de información compartida
entre pares y exponiéndolos de forma innecesaria a conductas de riesgo
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