jueves, 12 de septiembre de 2013

ESCUELA PARA PADRES

Tengo muchos recuerdos de mi padre y de cómo crecí a su lado en nuestro departamento junto a las vías del tren elevado. Durante veinte años oímos el rugido del convoy cuando pasaba por la ventana de su dormitorio.

De noche, tarde, papá esperaba solo en las vías el tren que lo llevaba a su empleo en la fábrica, donde trabajaba en el turno de medianoche.

Esa noche en particular, esperé con él en la oscuridad para despedirlo. Su rostro estaba triste. Su hijo menor, es decir yo, había sido reclutado. Le tomarían juramento a la mañana siguiente a las seis, mientras él estaba en su máquina de cortar papel en la fábrica.


Mi padre había hablado de su rabia. No quería que “ellos” se llevaran a su hijo de sólo diecinueve años, que nunca había bebido o fumado un cigarrillo, a pelear en una guerra en Europa. Puso sus manos en mis delgados hombros....Ver más

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