lunes, 9 de septiembre de 2013

CONVERSACIONES CON FLOR

 Escuelas que refuerzan la violencia, hoy
 “¡Alumnos, formen! ¡Atención!, ¡Distancia!, ¡Firmes!”
formacion y profesorTodos los días en una escuela de Lima, el director o el profesor a cargo reúne a los estudiantes en el patio y dice estas palabras. Escuchando una voz ruda y sintiendo el trato militar, los  niños y niñas se alinean. Siguen el ritual marcial con sumisión. Da la impresión, cuando se observa esta escena, que aquí se concentra la esencia del estilo de relación maestro-alumno que la institución educativa busca reforzar: verticalismo que homogeniza a todos por igual,  como  si se tratara de soldados obedientes que deben marchar al unísono, sin rostro, y bajo la batuta incuestionable del que manda.
Cuando ingresan al aula,  la dinámica relacional entre maestro y alumnos empieza a desarrollarse. El profesor usa tonos severos para enseñar y dirigirse a sus alumnos, emplea el apellido  de forma áspera para llamarlos, creándose de esta forma un clima emocional de aula tenso, frío y oscuro, donde difícilmente alguien se puede entusiasmar con el aprendizaje. Se copia de la pizarra, se responde a las preguntas del maestro con temor o desinterés. Cuando el maestro se distrae o sale del salón, la hiperactividad de los niños revienta, los golpes y las burlas hacen su aparición. Hay explosión desordenada de emociones contenidas y erráticas. De la sumisión pasan a la agresión y el desborde.
policía escolarEn ese momento aparece la imagen del “policía escolar” o el “brigadier”. Estos son niños o niñas del salón que han sido elegidos por el profesor para desempeñar estos cargos como reconocimiento a su buen rendimiento académico.  Estos tienen a su disposición una vara, símbolo de  poder, con la que se dedican a “disciplinar” a los compañeros revoltosos en ausencia del profesor. Todo esto con el respaldo de la escuela.
Lo que he contando es una historia real y lo he visto muchas veces en mi trabajo de campo. Esta es la historia cotidiana de cientos o miles de colegios en el Perú. Con dinámicas de este tipo se educan muchos niños y adolescentes de nuestro país. Un país que supuestamente “superó” la violencia de la época del terrorismo y la lucha armada, pero que aún se desangra y sufre diariamente  de violencia “legítima” o encaletada, que tiene sobre todo a niños y mujeres como víctimas.
¿Nos estamos dando cuenta de que las escuelas, no solo reproducen la violencia de nuestra sociedad, sino que están reforzando un estilo prepotente de relacionarnos entre iguales?, ¿por qué el Ministerio de Educación no regula y capacita a los directores de los colegios sobre estos aspectos?  Para empezar, se debería prohibir de forma inmediata esta horrible práctica de premiar al mejor alumno para ejercer poder y violencia sobre sus compañeros. Porque al final, y en la práctica, de eso se trata.
Últimamente, se empiezan a plantear lineamientos educativos para la llamada “educación en ciudadanía”. ¿Será solamente brindar teoría a los niños sobre conceptos de convivencia,  o se tomará  el toro por las astas para crear realmente cambios encarnados  en la realidad cotidiana de las aulas?
Se debe frenar las manifestaciones de violencia que impregnan los estilos de convivencia en los colegios y  revalorizar el mundo de la afectuosidad, poniendo el acento en el buen trato, Transformar estilos y formas de relacionarse, pero de verdad. Como diría Alejandro Cussianovich (2005), las relaciones humanas libres de violencia y bien tratantes  son imprescindibles para el desarrollo de la condición humana. Y para tener una sociedad sana.

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